Italia y Holanda se suman al peregrinaje de las selecciones al campo de Auschwitz
En el pueblo polaco de Oswiecim, rebautizado Auschwitz por el
ejército invasor, los nazis pusieron en práctica hace 70 años una
maquinaria industrial tan extremadamente capitalista que se ahorraba por
completo la mano de obra. En el medio de un gigantesco polígono de
refinerías, fábricas de armamento, caucho sintético, material textil y
establecimientos agropecuarios, se instalaron una sucesión de campos de
concentración conectados por ferrocarril a toda Europa.
El excedente de esclavos, un millón y medio de personas, en su mayoría viejos y niños judíos inhábiles para trabajar, fueron exterminados. Esto es lo que cuentan y enseñan los educadísimos guías de este lugar tenebroso a los jugadores de fútbol que se acercan por ahí desde hace una semana, aprovechando su presencia en Polonia para disputar la Eurocopa.
Gianluigi Buffon salió por la puerta principal del campo de exterminio de Birkenau con paso errático, ayer al mediodía. El capitán de la selección italiana, que el domingo juega con España, estaba pálido y abatido, como cada uno de sus compañeros.
Llevaba más de dos horas de caminata por un laberinto de barracones que se conservan casi intactos desde 1945. “Ha sido una ocasión para mirar, escuchar y reflexionar”, dijo Riccardo Montolivo con los ojos cargados de lágrimas, “pero las palabras son insuficientes”. Los nazis destruyeron el 90% de los registros. Pero se calcula que cerca de 50.000 italianos fueron asesinados sistemáticamente en Auschwitz-Birkenau. Los deportados que lograron escapar con vida escasean. Tres de ellos, hoy ancianos, acompañaron a sus compatriotas durante la visita.
Cada vez que hablaron se hizo un silencio profundo en la comitiva. Chiellini, del Juventus, se sintió sobrecogido cuando les condujeron a la explanada de dos kilómetros de largo donde descargaban los trenes. “La imagen que más me ha golpeado es cuando se han descubierto los brazos para mostrarnos los números que tenían tatuados, y que les hacían nada más bajarse del tren”, recordó Chiellini. “El testimonio de cómo los separaron de sus familiares y de cómo otro ser humano, un médico, decidió allí mismo quién viviría y quién no…”.
Los primeros en acudir a rendir homenaje a las víctimas fueron los miembros de la selección alemana. Mañana lo harán los internacionales ingleses. Ayer, quienes peregrinaron fueron las selecciones de Italia y Holanda.
Ambos equipos coincidieron en el recinto alambrado de Birkenau. “Para todos ha sido de una emoción más que conmovedora”, explicó Chiellini, de 27 años. “Nos cuesta encontrar palabras para expresar lo que sentimos porque somos una generación afortunada que ha visto estos horrores solo en películas y en libros.
Lo hemos estudiado en la escuela pero tener delante de los ojos el lugar donde sucedió esta atrocidad, y escuchar la experiencia de quienes lo sufrieron será una cosa que se quedará en nuestros corazones para siempre. Ha sido increíble. Emociona más que mil libros. Llamé a mi hermano para decirle que debía venir. Espero que nos sirva de ejemplo a todos los jóvenes para poder combatir en el futuro contra cualquier forma de discriminación o de incivilidad. Nos pone alerta”.
Los dirigentes de la federación italiana ofrecieron una corona de flores y los futbolistas encendieron velas en el patio del Bloque 11 de Auschwitz, destinado a las ejecuciones sumarias de presos políticos. El edificio albergó el tribunal de justicia nazi del campo, del cual se conservan los muebles y la sala, a la entrada de un profundo corredor que conduce a las mazmorras de tortura.
Los italianos desfilaron en hilera por los angostos pasillos del Bloque de la Muerte, por las cámaras de gas, y por el edificio que contiene la exposición de las pertenencias clasificadas de las víctimas.
Móvil en mano, Balotelli y sus compañeros hicieron fotos de los objetos congelados en el tiempo después de una mudanza imposible hace más de medio siglo: en una planta, montañas de maletas, en otra, montañas de zapatos, más arriba, montañas de cepillos, montañas de gafas, o montañas de pelo de mujer, dos toneladas, según el guía, destinados a rellenar colchones, como la lana de las ovejas.
“Estábamos obligados a ir a Auschwitz para no olvidar lo que ha sucedido”, dijo el seleccionador italiano, Cesare Prandelli. “Para dar un testimonio y para hacer comprender a las nuevas generaciones que a veces falta bastante poco para crear un desastre humano”.
El excedente de esclavos, un millón y medio de personas, en su mayoría viejos y niños judíos inhábiles para trabajar, fueron exterminados. Esto es lo que cuentan y enseñan los educadísimos guías de este lugar tenebroso a los jugadores de fútbol que se acercan por ahí desde hace una semana, aprovechando su presencia en Polonia para disputar la Eurocopa.
Gianluigi Buffon salió por la puerta principal del campo de exterminio de Birkenau con paso errático, ayer al mediodía. El capitán de la selección italiana, que el domingo juega con España, estaba pálido y abatido, como cada uno de sus compañeros.
Llevaba más de dos horas de caminata por un laberinto de barracones que se conservan casi intactos desde 1945. “Ha sido una ocasión para mirar, escuchar y reflexionar”, dijo Riccardo Montolivo con los ojos cargados de lágrimas, “pero las palabras son insuficientes”. Los nazis destruyeron el 90% de los registros. Pero se calcula que cerca de 50.000 italianos fueron asesinados sistemáticamente en Auschwitz-Birkenau. Los deportados que lograron escapar con vida escasean. Tres de ellos, hoy ancianos, acompañaron a sus compatriotas durante la visita.
Cada vez que hablaron se hizo un silencio profundo en la comitiva. Chiellini, del Juventus, se sintió sobrecogido cuando les condujeron a la explanada de dos kilómetros de largo donde descargaban los trenes. “La imagen que más me ha golpeado es cuando se han descubierto los brazos para mostrarnos los números que tenían tatuados, y que les hacían nada más bajarse del tren”, recordó Chiellini. “El testimonio de cómo los separaron de sus familiares y de cómo otro ser humano, un médico, decidió allí mismo quién viviría y quién no…”.
Los primeros en acudir a rendir homenaje a las víctimas fueron los miembros de la selección alemana. Mañana lo harán los internacionales ingleses. Ayer, quienes peregrinaron fueron las selecciones de Italia y Holanda.
Ambos equipos coincidieron en el recinto alambrado de Birkenau. “Para todos ha sido de una emoción más que conmovedora”, explicó Chiellini, de 27 años. “Nos cuesta encontrar palabras para expresar lo que sentimos porque somos una generación afortunada que ha visto estos horrores solo en películas y en libros.
Lo hemos estudiado en la escuela pero tener delante de los ojos el lugar donde sucedió esta atrocidad, y escuchar la experiencia de quienes lo sufrieron será una cosa que se quedará en nuestros corazones para siempre. Ha sido increíble. Emociona más que mil libros. Llamé a mi hermano para decirle que debía venir. Espero que nos sirva de ejemplo a todos los jóvenes para poder combatir en el futuro contra cualquier forma de discriminación o de incivilidad. Nos pone alerta”.
Los dirigentes de la federación italiana ofrecieron una corona de flores y los futbolistas encendieron velas en el patio del Bloque 11 de Auschwitz, destinado a las ejecuciones sumarias de presos políticos. El edificio albergó el tribunal de justicia nazi del campo, del cual se conservan los muebles y la sala, a la entrada de un profundo corredor que conduce a las mazmorras de tortura.
Los italianos desfilaron en hilera por los angostos pasillos del Bloque de la Muerte, por las cámaras de gas, y por el edificio que contiene la exposición de las pertenencias clasificadas de las víctimas.
Móvil en mano, Balotelli y sus compañeros hicieron fotos de los objetos congelados en el tiempo después de una mudanza imposible hace más de medio siglo: en una planta, montañas de maletas, en otra, montañas de zapatos, más arriba, montañas de cepillos, montañas de gafas, o montañas de pelo de mujer, dos toneladas, según el guía, destinados a rellenar colchones, como la lana de las ovejas.
“Estábamos obligados a ir a Auschwitz para no olvidar lo que ha sucedido”, dijo el seleccionador italiano, Cesare Prandelli. “Para dar un testimonio y para hacer comprender a las nuevas generaciones que a veces falta bastante poco para crear un desastre humano”.
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