domingo, 11 de marzo de 2012

Hombrados encumbra al Atlético

 

Los rojiblancos dinamitan al Barcelona (37-31) en una segunda parte liderada por el veterano capitán.

 


Hombrados levanta la copa entre jugadores del Atlético.


Sonó la bocina y se fueron a abrazar todos los jugadores del Atlético a Antonio Díez. Acababa de debutar el chaval, de 17 años, en una final de Copa del Rey. A falta de 30 segundos, solo con tiempo para una jugada: una parada. Un momento que no hubiese sido posible si antes, bajo esos mismos palos, no hubiese estado José Javier Hombrados, el capitán atlético, el único superviviente de aquel equipo que se fue al traste hace ya 20 años. Un pulpo en la portería rojiblanca y un infierno para el ataque azulgrana, que vio cómo perdía su segunda final del año ante el Atlético.

No llegaba fino el Barça a la final, después de dos partidos renqueantes, pero se transformaron los azulgrana en la primera mitad al percibir ese aroma particular de los trofeos. El olor a título que tan bien percibe Danijel Saric, el guardamenta bosnio, que se enchufa en los partidos trascendentales, pero cuya batería no fue suficiente.

Atlético, 37 - Barcelona, 31


Atlético: Hombrados (p), Roberto García (3, 1p), Guardiola (1), Dinart (-), Kallman (5), Jurkiewicz (2) y Chema Rodríguez (2) -equipo inicial- Antonio Díez (ps), Edu Fernández (-), Markussen (4), Aginagalde (6), Davis (-), Cañellas (5, 1p), Alberto Entrerríos (2) y Lazarov (7, 3p).

Barcelona: Saric (p); Rocas (2, 1p), Nagy (5), Sarmiento (2), Rutenka (4), Juanín García (4) y Noddesbo (1) -equipo inicial- Sjostrand (ps), Víctor Tomás (3), Víctor Tomás (2), Raúl Entrerríos (6) Sorhaindo (2), Ugalde (1), Jermenyr (-), Rutenka (3), Morros (-) e Igropulo (2).

Marcador cada cinco minutos: 2-2, 4-5, 8-8, 8-11, 10-13 y 14-15 (Descanso) 17-17, 21-19, 25-21, 30-25, 33-28 y 37-31 (Final)

No porque enfrente tenía el Barcelona un equipo que no solo había desarrollado el sentido del olor; también el del gusto, el del hambre de volver a llevar a las vitrinas del Vicente Calderón una Copa del Rey. El hambre de un equipo que llegó a ir por debajo en el marcador casi toda la primera mitad. Momento en que surgió Joan Cañellas para desquiciar a la sólida defensa azulgrana. “¡Pero no veis quién está llevando el peso del ataque!”, se desgañitaba en el banco Xavi Pascual, recién operado, y recuperado, de un problema en el corazón. 

Pero ahí estaba el central criado en el Granollers, que, como ya demostró en el Europeo de Serbia con España, es capaz de echarse el equipo a sus hombros sin pararse a pensar en la responsabilidad. Los ríos revueltos son lo suyo.

Un parcial de 7-1 entre el final de la primera mitad y el inicio de la segunda hizo claudicar al Barça. Y con el marcador a favor, el muro azulgrana se derrumbó. No tuvo compasión el Atlético. Daba igual que Kiril Lazarov estuviese muy vigilado. Ahí estaba el gigantón Markussen y Julen Aginagalde, soberbio en los seis metros.

Mientras el Atlético perforaba las mallas rivales, el Barcelona se encontraba una y otra vez con Hombrados, un contorsionista bailando claqué debajo de una portería. A sus casi 40 años, y con Arpad Sterbik lesionado, el madrileño juega prácticamente todos los minutos. De ahí que se quedara en el banco extenuado mientras sus compañeros abrazaban a Antonio Díez. El final de un encuentro que volvió a constatar que la calidad del balonmano español, envidiado en todo el continente, es inversamente proporcional a los recursos con los que cuenta.

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