viernes, 13 de enero de 2012

La encrucijada Contador

La Agencia Mundial Antidopaje cuestiona la imparcialidad del presidente del Tribunal Arbitral del Deporte sobre el caso del clembuterol 

Alberto Contador y Simon Peres

Simon Peres, el presidente de Israel, y Alberto Contador durante la visita del equipo Saxo Bank a Jerusalén en diciembre pasado.



David Howman, el director general de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), explicaba en una reciente conferencia en Nueva York que la lucha contra el doping en el deporte ha alcanzado tal estadio que la ciencia (los laboratorios), por sí sola, no puede ya erradicar las trampas ni siquiera detectarlas.
                                       
Barak, máximo responsable del TAS, estuvo invitado en España por el CSD
La AMA sostiene que impidió a sus abogados interrogar a un científico

"Se puede decir incluso", aventuró Howman ante un auditorio de dirigentes deportivos mundiales, "que algunos laboratorios se equivocan adrede para no dar positivos en los análisis por miedo a los procesos legales subsiguientes y al tiempo que perderían dando testimonio en los procedimientos bajo ataque. En general, a los científicos no les gustan las tácticas agresivas de los abogados".

Era, la de Howman, una reflexión abstracta en teoría, pero que, sabiendo lo que se ha sabido después, podría aplicarse directamente al caso Contador, la vista el pasado noviembre ante el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) del positivo del ciclista español por clembuterol en el Tour de 2010, cuya sentencia debería conocerse la semana próxima y que constituye un ejemplo perfecto de cómo todo lo que está enmarañado puede enmarañarse aún más y adquirir sin mayor mérito proporciones homéricas.

En el asunto, si Alberto Contador se juega su honor, su futuro y una fuerte suma económica, la AMA, la parte acusadora en la batalla, se juega no solo la posibilidad de tener que legalizar a su pesar el consumo del anabolizante clembuterol, sino incluso la posibilidad de tener que replantearse su papel de gendarme de la correcta aplicación del Código Mundial Antidopaje.

Todo ello, evidentemente, no le gustaría nada a la AMA, un organismo privado financiado al 50% por el movimiento olímpico y por la mayoría de los gobiernos del mundo, y, menos aún, cuando la decisión final, inocente-culpable, depende de una persona de cuya imparcialidad duda bastante: el presidente de la formación arbitral, el israelí Efraín Barak.

Ha llegado a tal punto el enmarañamiento de un caso que ya nació enmarañado -convencida de la inocencia de Contador, la Unión Ciclista Internacional (UCI) intentó cerrarlo en privado antes de que una filtración del laboratorio de Colonia hiciera saltar todo por los aires un mes después- que la eventual decisión del trío arbitral seguramente dejará a la parte que no consiga su objetivo con la sensación de que no se ha hecho justicia.

Si el TAS declara que la tesis de Contador, la de la carne contaminada, es la más probable y no le sanciona, la AMA creerá probadas sus sospechas de parcialidad y podrá recurrir hasta al tribunal federal suizo. Si gana la tesis de la AMA, será el corredor madrileño de Pinto y su grupo los que proclamen que ha sido la presión exagerada de la agencia la que ha hecho a Barak y sus colegas dictar un laudo a su favor.

Los abogados de la AMA empezaron a dudar de Barak, un jurista nacido en Argentina, cuando supieron que apenas una semana antes de la vista de Lausana había sido invitado por el Consejo Superior de Deportes (CSD) a dar una conferencia en Madrid en un seminario antidopaje en el que también participó Gorka Villar, abogado de Contador, hijo del presidente de la Federación Española de Fútbol y, esto lo investigaron posteriormente, que también había tenido antes relación profesional con Barak.

Si Mathieu Reeb, el portavoz del TAS, quitó importancia a los cargos y dijo que habían autorizado a Barak a participar en la conferencia madrileña, a lo que no ha respondido es al siguiente asalto de los abogados de la AMA contra Barak, a quien acusan, según una información no desmentida de Associated Press, de no permitirles interrogar durante la vista de Lausana a uno de sus propios testigos científicos, el australiano Michael Ashenden.

"Este proceso en una farsa. Hemos estado a punto de irnos", fue el mensaje telefónico (sms) que uno de los expertos de la AMA envió a un amigo en la noche del miércoles 23 de noviembre, después del tercer día de la vista del caso Contador en Lausana.

Aconsejado por los abogados de su parte, que elevaron una queja escrita para que constara en acta y poder usarlo para recurrir una vez conocida la resolución final, esta persona decidió no denunciarlo públicamente.

Sin embargo, el asunto se ha precipitado y ahora, antes de conocerse la sentencia, la AMA ha hecho saber que aquel 23 de noviembre Barak no permitió a los abogados de la AMA interrogar a Ashenden sobre su teoría de que el clembuterol llegó en una bolsa de plasma, ni sobre los plastificantes ni sobre por qué los glóbulos rojos van con plastificantes y no así el plasma.

Sí que le permitieron a Ashenden discutir con Paul Scott, el experto de Contador, quien, según fuentes de la AMA, no supo explicar el porqué de los altos reticulocitos de Contador ni tampoco sabía sus valores naturales (su exención de hematocrito hasta el 52%). Según Ashenden, solo en una de 7.000 posibilidades ese escenario sería debido a causas fisiológicas.

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